domingo, enero 14, 2007

Deloya


Antesdeayer fuimos a cenar al restaurante Deloya, el restaurante que Javier Loya inauguró el año pasado en Oviedo. Javier es la tercera generación de la familia hostelera de los Loya, e hijo del Miguel Loya del Balneario de Salinas. Con esos mimbres quizás no haya sido una sorpresa que su inauguración, hace algo más de un año, se convirtiese en uno de los acontecimientos del anquilosado panorama gastronómico ovetense, y rápidamente se haya convertido en una de las mejores opciones a la hora de comer bien en la capital , en la línea de una cocina creativa, atenta a la vanguardia, pero sabrosa y exigente en la calidad del producto.
Contra lo que pudiera parecer al ver el hotel en la Ronda Sur, el restaurante es muy agradable. Tiene una amplia cristalera que da a un jardín interior, con motivos decoativos modernos. Está bien iluminado y las mesas tienen suficiente separación. Bonitas cubertería, vajilla y mantelería. La cristalería es Spiegelau.
Optamos por el menú degustación gourmet:
De aperitivo de la casa una crema de setas con piruletas de queso. Agradable y con cierta gracia.
De entrantes, primero unos langostinos de Huelva. Frescos, bien plancheados, de buena factura, muy buenos.
Luego un bogavante del Cantábrico con vinagreta de aguacate y tomates . Buen bogavante. Un acierto en la vinagreta la sustitución de los ajetes (hace unos meses la tomé así) por el aguacate, con bogavante picado en la misma, y escasa presencia de la cebolla. Suave, haciendo que el plato quedara equilibrado y fresco, con un acertado acompañamiento vegetal.
Luego una sopa de cebolla con papada de cerdo y huevo de codorniz. Aunque el plato está bien concebido, la sopa vino un poco fría y floja de intensidad, que hizo que quedara desconjuntado.
Luego el famoso montadito de setas (shitake), foie, y huevo, que se trajo del Balneario, con frutos secos (piñones y almendras) en el fondo. Contundente y sabroso.
De pescado vino un lomo de lubina del Cantábrico con una guarnición de moluscos, realmente extraordinaria. Intensidad y frescor marino, que me ha convencido de que mucha de la presunta lubina cantábrica que me he tomado ha sido de pienso. Bien plancheada (salvo una de las raciones, que vino demasiado poco hecha). Las guarniciones eran una crema de nécoras concentrada, unos berberechos con aceite de oliva, y una especie de puré de patata ligero con mejillones, que , aún sin estar a la altura de la lubina, contribuían a hacer del plato una sinfonía marítima extraordinaria. Sobresaliente.
De carne jabalí , bien estofado, braseado por fuera y ligeramente caramelizado. Sustancioso, bien domado, respetando sus cualidades. Acompañaba trigo inflado con setas, muy aromático. Muy buen plato.
De prepostre un plato de quesos asturianos. Buena selección de quesos. Me gustó mucho el detalle de un membrillo natural , cocido por ellos, que estaba muy rico. Lo malo es que ya no podía más, y aún quedaban dos postres, por lo que apenas me tomé la mitad.
De primer postre, un torrija de arroz con leche y sorbete de limón. Deliciosa.
De segundo postre , unos originales tallarines de albaricoque con helado de violeta, yogur vaqueiro ( sí, el de la Central) y galleta de pimienta. Frutal y perfumado, el contrapunto de la galleta es adecuado siempre que se tome con cuidado. Me gustó mucho.
Buen café, con un rico petit-four que era una piruleta (parece una de las modas de ahora) de mora fresca con chocolate. El menú fueron 52 euros, Iva, pan y bebida aparte.
Servicio eficaz y muy buena carta de vinos.
Las raciones, para tratarse de un menú degustación, generosas, lo que hizo que todos llegáramos con dificultad a los postres, y eso que todos éramos de buenas tragaderas
Comida de excelente nivel, sobre todo en los platos principales y postres. Si tuviera que darle una nota con un criterio exigente, de 1 a 10, le daría un 7,75.

12 comentarios:

  1. Me alegro de que siga en forma Deloya. El único pero que le pongo al menú es que tiene demasiados platos con marisco, y al que no le guste como a mi, no podría pedirlo.
    Yo estuve el viernes en Casa Francesena por primera y creo que última vez. Producto mediocre y preparaciones antiguas. El solomillo de ternera y el ibérico tenían casi el mismo acompañamiento, el jamón ibérico de entrada era vulgar, y la carta de vinos muy floja. Para comer en esa onda architradicional prefiero seguir yendo a Casa Conrado ó La Goleta.

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  2. Aparte del menú gourmet, tienen otro normal, en el que quitan el primer plato de marisco y el de queso, por lo que de marisco solo quedaría el bugre, y que sale por 39 euros. Debe de ser una buena opción, porque sinceramente la cantidad de comida del gourmet (aunque tengo que reconocer que solo me dejé un poco de queso) era exagerada y estuve haciendo la digestión hasta la noche.
    En Francesena ya te conté que mi única experiencia fue mediocre, en la línea de lo que dices, producto corriente, aunque presuntamente selecto, sin que la cocina le añadiese valor alguno. Incluso comparándolo con mi última visita a Conrado, éste tendría un nivel muy superior.

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  3. Hablando de sitios muy tradicionales, el fin de semana pasado lo pasé en Salamanca y cené en Chez Victor. Cocina francesa tradicional, pero justo lo contrario que en Francesena: magnífico producto y preparaciones clásicas realzándolo y con resultado magnífico. Comimos una pizza de ibéricos que tenía un jamón buenísimo, hojaldre de foie y espinacas con salsa de trufas, para chuparse los dedos, carré de cordero al enebro que se deshacía en la boca y unos medallones de ternera lechal rellenos de ciruela, con salsa de mostaza y miel, extraodinarios tanto la ternera como la salsa de mostaza. Totalmente recomendable.
    En cambio en La Calma patinaron totalmente. García Santos lo recomienda en su web, y a nosotros no nos gustó, pero no somos García Santos, claro. Mal el risotto, vulgares las preparaciones de los pescados y con algun fallo de punto y un servicio muy panoyu. Flojo.

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  4. Al final lo que importa es la buena cocina, sea vieja o nueva.
    En cuanto a lo que hablas de La Calma, es el problema de los críticos gastronómicos que van a un restaurante anunciándose. Es imposible que sepan cuál es el nivel real de un restaurante en su quehacer diario, por mucho que sepan. El propio Rafael García Santos lo sabe, y por eso utiliza el sofisma de "calificaciones de máximos": http://www.lomejordelagastronomia.com/editorialselec.asp?key=41,

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  5. Totalmente de acuerdo con Toni en sus apreciaciones, tanto de Chez Victor como de La Calma.
    Por cierto Diletante si consigues el Bonka cafeterias a 6 eur el kg te recomiendo que no lo cambies por ningun otro....un gran precio

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  6. Yerga, por eso es el que tengo para diario.

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  7. No se ni quien es tony, ni quien es el diletante, pero yo tambien he comido en casa francesena recientemente y mis comentarios no concuerdan para nada con los de este personaje. Como para gustos colores, un comentario positivo para los hermanos francesena. Tony,...que sofisticado eres!!
    Por cierto no soporto a los "abogados de caleya" que al final presumen de ser expertos "gourmets" y en el fondo no distinguen ni que pescado estan comiendo.

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  8. anónimo, ¿podrías concretar más tu experiencia en Francesena?. Las buenas experiencias son siempre bien recibidas, y ya sabemos que esto de la gastronomía es una ciencia que tiene poco de exacta y de objetiva.

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  9. Hace unas semanas fui con unos amigos a cenar a Casa Francesena y mi experiencia fue muy diferente a la de diletante.Empezamos con una ensalada de bogavante que nos pareció exquisita a diferencia de lo comentado por ti.Seguimos con un marinado de lubina y percebes.Luego, pedimos un bacalo,un entrecot de buey y un lenguao a la parrilla. De postre decidimos probar un capricho francesena que llevaba, una especie de tartaleta de fresas, un canutillo con crema de vainilla un par de cosas que no me acuerdo ahora mismo.
    Además de una muy buena comida, un servicio excelente.

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  10. Estimado ex-compañero de fatigas,mientras leía sucíntamente alguna de tus célebres experiencias de mantel, afloraron en mi recuerdos bastante dispares a tus siempre certeros y bien desarrollados resúmenes culinarios.
    Siempre desde el silencio he compartido la mayoría de tus exposiciones. Sabiendo, debido a nuestras antiguas pitanzas, que eres un Gongoriano y que yo comulgo de la mano de D. Francisco Quevedo, me sorprende tener que discrepar contigo despues de tanto tiempo.
    Imagino que tu futura paternidad no te permitirá, de momento, descubrir quién soy, entremos en faena estimado y nunca bien ponderado DILETANTE.
    Breve....voy a ser breve en lo que respecta a mi nefasta experiencia en DELOYA, datemos los hechos acaecidos, hace un año apróximadamente.
    Mi amor hacia los cefalópodos, bien lo pudiste comprobar por tierras del BNG, es tan sincero, que siempre que veo su presencia en las cartas caigo en uno de sus ocho brazos. En esta ocasión, con tipografía correcta y cuerpo legible, se leía en la carta la siguiente entrada "pulpo de pedrero...." no hace falta seguir querido DILETANTE, es en este punto donde el restaurador o bien su escribano se confundieron. Te preguntarás porqué? Te respondo de manera sencilla, es más, paso a escribir lo que deberían de poner... "PULPO CON PIEDRAS" ....así es ex-compañero. Cuán sorprendido me encontré cuando al unir mis molares y premolares superiores con los inferiores, noté esas pequeñas protuberancias que en distintos sitios de la geografía asturiana denominan como "piedres", lo curioso es que no fue ni una ni dos veces, con cada suculento bocado que llevaba a mi boca, el miedo se iba apoderando de mi a la par que la indignación y el mal humor. Para no poner palabras mal sonantes en este cuidado y decoroso blog, me vas a permitir que no continúe con la redacción de mis sentimientos, sólo terminaré este apartado comentando que me emanaban a borbotones.
    Entenderás que con este relato, por una parte que no esté de acuerdo con tu anterior exposición y por otra, que no haya sido este "chigre" el lugar adecuado para pedir alguno de esos maravillosos "moscatel" que tu me enseñaste a mirar con otros ojos y permitir que sustituyesen al "vi de gel" que tan gratos recuerdos me trae.
    Nunca dejes de escribir y nunca dejes de mirar un techo en blanco durante horas, siempre nos aportará algo.

    Un fuerte abrazo.

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  11. Querido gongorino y ex-compañero de fatigas, las experiencias son únicas e intransferibles, y no sería la primera vez que en el mismo servicio, en mesas contiguas, en una de ellas se disfruta tocando el cielo y al lado otra mesa se levanta indignada y con prisa por marcharse.Y las dos con razón. Y es que el hecho culinario solo admite la razón de un disfrute muy subjetivo, en el que influyen multitud de factores, muchos de ellos incontrolables. Y es que para tener una opinión formada de un restaurante no se debería ir menos de tres veces en el plazo de un año. Lamentablemente, tendría que heredar una fortuna para poder dejar de trabajar y hacerlo en cada uno de los restaurantes que comento. Como no es el caso , tienen un gran valor las experiencias como la tuya y la de Max, que complementen una sola visita . Y es que si todos estuviéramos de acuerdo esto sería un poco coñazo.

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  12. Hola,hemos ido al restaurante Deloya , en la ronda sur de Oviedo,y la verdad que fue la peor boda que he comido en toda mi vida.La comida era de diseño,con lo cual quiero decir que todos los invitados nos quedamos con mucha hambre.Los platos muy grandes y la comida ni seveia en ellos.La atencion de los camareros completamente nula.No había ni una botella en la mesa.Tenias que pedir a los camareros que por favor te sirvieran(eso si te hacian caso).Entre plato y plato,podían pasar tranquilamente 45 minutos.El solomillo tenía un montón de ebras (no se de que carne se trataba)era repujnante.Y lo mejor el postre con queso ¿donde se ha visto cosa igual.,Con esto quiero recomendar,a los novios que tengan intencion de celebrar su boda en el restaurante DELOYA,que no lo hagan ,a no ser que quieran que les timen y encima queden mal con los invitados.Por puntuación les doy un -10.

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